Intenseando

El domingo pasado, en pro del ciclotón fue día de bicicletas con el bajista guapísimo y la chef. Primero un intento poco exitoso de andar en patines mientras yo me estresaba por si me caía y ellos insistían en que si me caía me levantaba y no había bronca. Decidí que los patines no eran lo mío, me puse mis tenis y fue entonces cuando el bajista guapísimo me enseñó a andar en bici. Alguna vez aprendí, me caí y no me volví a subir… De eso han pasado ya como 13 años. Él, me detuvo, gritaba que si no pedaleo me caigo (Pau… duh!), corrió junto a mi cuando finalmente logré pedalear sola (por si me iba de lado) y me explicaba como usar los frenos sin caerme ni frenando como Pedro Picapiedra… o sea con los pies. Todo el tiempo insistiendo… “Si te caes, te levantas y lo vuelves a hacer”.

La anécdota dominguera viene porque hace unos días en una plática que de las risas pasó por un rato de intenseo alguien me preguntó “¿De verdad uno se recupera?” (hablando de ese “alguien”). De pronto me di cuenta de que es como la bici y los patines… Nunca aprendí a caerme y levantarme, siempre fue más fácil arrumbarlos y seguir con miedo. Creo que no es tarde para aprender y el domingo pasado … Tomé mi clase número uno… Si me caigo, me voy a volver a levantar, mis cuates serán el apoyo para soportar el madrazo. El lunes fui a mi segundo intento… Y claro, me caí con todo y bici. Lo admitiré ahora pero si alguien pregunta después lo negaré… me asusté y me dolió. Lo anterior me provocó derramar un par de lagrimillas pero me volví a subir a la mentada bicicleta y según el bajista guapísimo, ya aprobé el primer curso. Ni modo, ahora… a levantarse.